Romaine ha dado la espalda a su marido y la causa contra Leonard parece totalmente perdida. Mayhew, al borde de la desesperación, aún confía férreamente en la inocencia de su cliente. En un último y desesperado esfuerzo, Mayhew intentará desacreditar el testimonio de Romaine y culpar a Janet, la fiel ama de llaves de Emily, en cuyo argumento se sustenta toda la acusación. Con el juicio prácticamente sentenciado y Leonard a un paso de la cárcel, un extraño e inesperado implicado aparecerá para cambiar el curso del proceso.